Redacción: Manuel García y Rodrigo Mérida.
Edición Editorial: Miguel Ángel Álvarez, Manuel Solís.
Este domingo 9 de noviembre marca un año desde aquella noche fatídica en que el bar Los Cantaritos, en la avenida Circunvalación de Querétaro, se convirtió en escenario de una de las balaceras más impactantes de su historia reciente. A las 21:31 horas, sujetos armados llegaron en una camioneta gris, preguntaron por un tal “Fernando” y abrieron fuego con rifles de asalto contra los clientes. El saldo fue devastador: 10 personas muertas y 13 heridas, según confirmó la Fiscalía estatal.
Entre las víctimas se encontraba Fernando González Núñez, alias “La Flaca”, presunto operador del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), lo que llevó a las autoridades a describir el ataque como parte de una sangrienta disputa criminal entre el CJNG y el Cártel de Santa Rosa de Lima (CSRL). El secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, lo dejó claro: “es el tercer evento” derivado de esa pugna criminal.
Para el gobernador Mauricio Kuri, la tragedia representó “un antes y un después”: apuntó que el origen del conflicto podría estar en el robo de combustible (“huachicol”), ya que “La Flaca” estaría vinculado a esas operaciones. Tras el ataque, el vehículo usado por los agresores apareció abandonado y calcinado en El Marqués.
El impacto social de aquella noche fue inmediato. El presidente municipal de Querétaro, Felipe Fernando Macías, lo describió como un ataque directo a delincuentes, pero también como un golpe emocional al tejido ciudadano: “hechos insólitos … nos duelen y nos convocan a redoblar esfuerzos” en seguridad. Las cámaras captaron el horror: clientes tratando de cubrirse, gritos, pánico.
A 12 días de la masacre (9 de noviembre), la Fiscalía General del Estado (FGE) de Querétaro cumplimentó órdenes de aprehensión contra dos hombres por su probable participación a quienes se les imputó el delito de homicidio calificado de 10 personas y homicidio en grado de tentativa por las 10 personas heridas.
Con el paso de los meses, la Fiscalía no ha aflojado. Se identificó a un tercer sicario implicado en la masacre, lo que abrió nuevas líneas de investigación. En marzo de 2025, García Harfuch anunció la detención de José Francisco “N” alias “Alfa 1”, señalado como líder de la célula detrás del ataque, junto con otras personas.
El fiscal Víctor Antonio De Jesús Hernández señaló que, de ser condenados, podrían alcanzar hasta 50 años de prisión por cada víctima fallecida.
A nivel social, la herida sigue presente. Familiares de las víctimas y ciudadanos han salido a marchar para exigir justicia y un Querétaro más seguro, en un ambiente solemne que recuerda que la violencia no puede quedar impune. Expertos en seguridad como David Saucedo interpretan la masacre como una estrategia para “calentar la plaza”: los grupos criminales utilizan episodios extremos para desestabilizar territorios rivales antes de consolidarse.
Hoy, al cumplirse un año, Querétaro vive una mezcla de dolor, reflexión y exigencia: dolor por las vidas perdidas, reflexión sobre la fragilidad de la paz en lugares que se creían seguros, y exigencia para que la coordinación entre autoridades estatales, municipales y federales continúe dando frutos. La detención de “Alfa 1” simboliza un avance, pero para muchos queretanos aún no es suficiente: piden que la justicia vaya más allá, que las instancias criminales sean desmanteladas y que se garanticen verdaderos mecanismos de prevención.
Este aniversario es también un recordatorio para el país: la violencia organizada puede golpear donde menos se espera, incluso en espacios cotidianos como un bar. La respuesta institucional ha sido firme, pero la reconstrucción social apenas comienza. En Querétaro, la memoria de Los Cantaritos no es solo un capítulo doloroso, sino un punto de inflexión para redoblar el compromiso con la seguridad, la rendición de cuentas y La Paz.