En el plantel Amazcala de la Escuela de Bachilleres (EB) de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), se lleva a cabo el proyecto “Huertos Horticultores Agroecológicos Disciplinarios”, que promueve la sostenibilidad, el trabajo interdisciplinario y el aprendizaje práctico con el objetivo de enriquecer la formación de las y los estudiantes.
Este proyecto busca integrar los conocimientos teóricos con la experiencia directa, ofreciendo herramientas que permiten aplicar lo aprendido en el aula mientras se fomenta la responsabilidad social y el cuidado del medio ambiente. Las actividades se centran en tareas fundamentales como la selección y manejo de semillas, el análisis del suelo, el diseño de sistemas de riego y el estudio de las necesidades de las plantas, adaptadas a las condiciones climáticas y estacionales.
Desde su inicio, bajo la coordinación de la docente de Ingeniería Agroindustrial, Ana María Arteaga Reséndiz, se concibió como un espacio orgánico que prescinde de fertilizantes químicos, utilizando únicamente agroinsumos naturales, promoviendo prácticas agrícolas sostenibles y el respeto al equilibrio ecológico.
A lo largo de los años, se han sumado profesores de diversas áreas, como Ingeniería Industrial y Bachillerato Mixto, quienes, junto con la comunidad estudiantil, analizan qué cultivos son viables según el clima y la duración del ciclo académico. Entre las plantas destacadas se encuentran maizales y flores, que contribuyen a la polinización natural, beneficiando al entorno.
El enfoque multidisciplinario de esta iniciativa permite que cada catedrático aporte desde su área de especialización, favoreciendo el desarrollo de habilidades transversales, como la resolución de problemas, la toma de decisiones y el trabajo en equipo. Además, aunque no todos las y los estudiantes se orientan hacia carreras relacionadas, muchos descubren su interés por áreas como las matemáticas, ingeniería industrial o química agrícola gracias a esta experiencia en un entorno real.
Uno de los pilares clave de esta propuesta es el uso prioritario de recursos naturales, evitando químicos artificiales, lo que fomenta un sistema de cultivo autosuficiente. Este enfoque impacta tanto en la formación personal como profesional de quienes participan, subrayando que la educación puede ser un motor de cambio para la sociedad.